sábado, 2 de abril de 2011

Pegado

Hey, cabeza, lo viste al Chapu?
El pendejo estaba recostado sobre la verja, con la bolsa de fana en la mano, aspiraba y la bolsa parecia el vientre de un sapo.
Que andai buscando? Me dijo.
Merca, sabes si hay algo?
Me miro con los ojos perdidos, estaba volando.
No se, sentate y banca un rato chabon, el chapu salio en el auto, capaz trae algo.
La puta madre, pense, no me gusta quedarme aca al fondo mucho tiempo, la cosa se puede poner aspera en dos segundos.
Me sente al lado del pibe. Lo miraba. La bolsa lo tenia hechizado.
Cuantos años tenes?, le dije.
Que sos cobani vos?...catorce tengo por?
Me acomode en la verja y le dije: Sos del barrio? No te vi nunca. Pero tranquilizate loquito, te pregunto para pasar el tiempo...
Ante vivia en la tercera, con mi vieja, pero cayo en cana y quede regalado, me vine a lo de una tia que vive aca, pero esa cajetuda no me da ni de come. Por eso me cole a lo del Chapu, toy de misil aca, pero ante de anda tirao en el centro, mejor me quedo aca y me hago una moneda.
Lo mire. No vas al cole?
Naaaa, me sacaron cagando, no me gusta estudia loco, para que? Yo antes me juntaba con unos giles que vivian en la casa de la Kili, la juna?
Le dije si con la cabeza y agregue: en la casa usurpada esa no?
Si, ahi. Eramos una banda, nos poniamos relocos con la fana, ahi deje la escuela, no me daba el coco.
Y te bancas esa vida?
Siempre ando el calle, chabon, ya toy acostumbrado, es una bosta, pero no hay otra. Antes mangueba en el centro. Me levantaba, me lavaba en un pico la cara, garroneaba para el cospel, y salia a buscar algo.
Como hacias?
Primero mangueaba, una dos, tres, cuatro, cinco veces, si no se daba, buscaba de otra forma. Choreaba. Si te hartai de pedile a lo gile...ni pan te dan. Manoteaba algo en las panaderias, o al primero que se cruzaba le sacaba la campera, la plata, lo que tenga. Yo queria come y para la fana.
Loco, pero esa mierda te mata, le dije, no muy seguro de que el comentario le caiga bien.
Chabon, esto te corta la ilusion, te pones de la cabeza y te olvidai de todo. Te mata esa idea de que cuando seai grande vai a tene plata y vai a deja esta vida de mierda.
Me quede helado. Este pendejo estaba filosofando casi, hablando de la fana.
Asi que es por eso....mira vos, le dije.
Yo toy todo el dia con la fana cuando tengo, te cierra el estomago, no te da hambre, te corta las ganas de come. Me quiero sali, pero no se, otra no hay.
Che, y si seguis en esa, no tenes miedo de morirte?, le dije, esa bosta te mata loco.
Mira chabon, yo a veces pienso, cuando estoy de cara, que si, que quiero ser como los giles, como los otarios, que quiero llegar cansado de labura a una casa... tirame a ver la tele, y tener una familia. Pero aca la papa es otra. Mejor corto la ilusion con fana.
Me quede pensando en los cincuenta mangos que tenia en el bolsillo para la merca. Aparecio el auto del Chapu en la esquina. Me pare y enfile para la casilla.
Chau viejita, le dije, segui matando esa ilusion nomas.

Cordoba

Escribir todo el día, todo el tiempo, parir historias en todo momento, que broten de mí a raudales, que asusten las calles y los vientos.
Un tembladeral de palabras, una marea de historias vividas y por vivir.
Asco, pasión, belleza, ternura, repugnancia, miedo, dolor, amor y odio.
Gente asustada en las calles, niños perversos leyendo mis historias, viejas linyeras escupiendo la entrada de la Catedral, la muerte cagandose de risa, desempleada.
Un pibito arrebata una cartera a una señora con lentes gruesos, se escapa por la Cañada, se escabulle entre los túneles, y cuando se siente seguro abre la cartera y lo único que encuentra es un cuento sobre su vida, una historia que lo deja helado.
La ninfómana que caza adolescentes en las plazas, se encama con cualquiera en hoteles baratos y cuando vuelve a su casa se tatúa el tamaño de la pija del ultimo que se cogio, y vomita sangre y semen. Podría ser la mujer de un amigo, harta de tanta rutina, todo es perdonable para los que hacen lo que sienten con tanto fervor.
El hombre que vive en un edificio de lujo y por las noches llora porque nada de lo que tiene lo hace feliz como lo hizo feliz esa sirvienta formoseña que le enseño a coger cuando tenia 15 años y después se fue a Formosa de nuevo con un negro que la caga a palos y la tiene a mates y arroz.
Esa mujer que sale a correr por las noches y se acuerda de que alguna vez tuvo un hijo, que ahora esta bajo tierra por las balas de un matoncito de poca monta que creía que con un fierro podía recuperar algo de la dignidad que esta misma señora le robaba todas las mañanas cuando lo veía en la puerta de su edificio vendiendo una revista y le llamaba la cana para que lo saquen de ahí, que daba mal aspecto y lareputamadrequeloparioaesevillerodemierda.

Córdoba no tiene sueños reales, Córdoba se deglute a si misma y en ese estado se pasa la vida pidiéndonos perdón.

Actualizar

Vi que todo se detuvo y lo unico que atine a hacer fue apretar F5.

Ayer me encontre con una mucama sin manos.

En realidad las tiene, pero las lleva adentro de la cartera.

Iba apurada a pedir que la pongan en blanco.

Como si eso no hubiera pasado hace mucho.

En Salta las mujeres no se operan la boca.

Se la inflan con avispas. En Salta no son boludos.

Todo lo que te hace humilde te hace esclavo.

Y te volves mezquino, nunca queres convidar nada.

Despues del F5 arranco todo de nuevo.

Y ahi si me detuve yo. Para pedir la hora.

Excluime de tus oraciones. Lo duro no es el corazon.

Sino las piernas. Te miento en tu propia defensa.

Lo peor de las drogas es tener que pagarlas.

El Perro

Se levanto temprano porque le pedían a gritos que abra la puerta. Alguien golpeaba y gritaba en su puerta esa mañana. No entendía, estaba aturdida de sueño todavía, con la resaca de la noche anterior. Tanteo con su mano derecha el celular, que se había convertido hacia unos años ya en su reloj despertador, eran las siete y media de la mañana. Generalmente a esa hora ella era nadie. No existía. Habían pasado meses desde el día que se quedo sin trabajo. Mirando el celular, y escuchando los golpes y los gritos, recordaba la caminata de regreso a su casa en la mañana que la despidieron diciéndole que había finalizado su contrato con la empresa. Se lo venia venir, hacia unas semanas varias de sus compañeras de trabajo le decían que estaban cerca de los tres meses de contrato y que en cualquier momento quedaban afuera.,sin posibilidades de seguir trabajando ya que la empresa tenia planes de reducir personal porque las cosas no andaban del todo bien. Los gritos y los golpes seguían. Era una mujer la del otro lado de la puerta. Se la notaba desesperada, no paraba de dar fortísimos golpes en la chapa de la puerta, como si quisiera derribarla. Ella no alcanzaba a distinguir si era una voz conocida, ni siquiera podía distinguir lo que gritaba. Trato de levantarse, busco con los ojos casi cerrados algo de ropa. No veía nada. Los golpes se hacían cada vez más violentos. Se sumaron varias voces. Hombres y mujeres que gritaban con desesperación. Logro entender que lo que decían era su nombre. Martina. Pero nada mas, las demás palabras se morían en el intento de ser descifradas por su cerebro, que en ese momento solo atinaba a poner en funcionamiento débilmente sus piernas. Intentaba abrir más los ojos, en esa intentona alcanzo a distinguir un resplandor que lo atribuyo rápidamente a la ventana que tenia al lado casi de su cama y por la que se metía a diario el sol y el ruido de los pibes que jugaban en la calle, como era costumbre en su barrio. Se recostó de nuevo, viendo que no había reacción en su cuerpo para hacer nada. Empezó a divagar, a recordar el barrio de cuando era una nena. Todo había cambiado ahora. Desde la arquitectura hasta la misma gente del barrio. La gente era distinta. Cuando era una niña había jugado mucho en una especie de bosque de eucaliptos que había a unas cuadras de su casa. Era todo un misterio entrar ahí y descubrir las cosas que pasaban. Se acordaba de haber escuchado las historias más escabrosas y más inverosímiles que supuestamente habían pasado allí. Desde hombres lobos, hasta suicidas frustrados que se colgaban de los añosos árboles, haciendo una muy mala elección para terminar con su vida. Porque es sabido que las ramas de los eucaliptos son de las que más fácil se quiebran cuando el árbol ya tiene varios años, y era así que en su intento lo único que lograban era partirse en dos una pierna o la cadera. Recordó que una vez caminando por los senderos que la misma gente de tanto pasar una y otra vez habían dibujado entre los árboles, encontró, no ya un suicida tratando de acabar con su sufrimiento, sino un perro de gran tamaño, un doberman, atado por el cuello con un grueso alambre y oscilando de un lado al otro colgado de una gruesa rama. Se quedo paralizada de miedo ante la escena. El perro aun estaba vivo y agonizaba lentamente. Se pregunto quien le había hecho eso, y automáticamente le vino a la cabeza la imagen de Vilma, su vecina, que odiaba a los perros y mas de una vez la había escuchado decir que habría que matarlos a todos o llamar de una buena vez a la perrera para que viniera con sus lazos a llevárselos del barrio. Se quedo mirando el perro colgado, aterrada. Sabía que no podía hacer nada. No tenia el valor siquiera de acercarse un poco mas al animal. Hasta tenía miedo de que al tratar de liberarlo o con solo acercarse, el perro se soltara de golpe y la atacara. Comenzó a correr, alejándose velozmente de ahí, mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos.

Los golpes en la puerta se trasladaron también a la ventana. Estallo el vidrio y la saco de sus recuerdos. La casa se quemaba. Como su niñez.

Jeringas

Me diste la nada para que la envuelva en celofán

Y te la reenvie por mail a tu cuenta inexistente.

Mi chica, eras, dijiste. Cerremos esta historia de la peor forma.

Odiandonos.

Caliento motores ahora.

Traigan jeringas que venas sobran.

Las venas que admirabas.

De las que bebiste mis palabras, que boyan en mi sangre, por ellas.

No me gusta la gente tranquila. No me gustan los cobardes.

Ni los que dedican 20 años a ser alguien que no serán nunca.

Y se pierden lo mejor de pasar por este lugar de tristeza oral.

Yo así te suelto los dedos, no sos nada. Ni corres ni flotas.

Traigan jeringas que Belfast me queda a la vuelta de mi casa.

Vos podes seguir de snob en Leiden, perdiendo.

Parábola de tiempos hediondos

Ave y Pez estan recostados

sobre un grueso poste de cemento

frente al templo musical que los aturde

y embelesa

con sus gritos de guerra marginal.

Ave y Pez salieron abrazados

las lenguas azules

los corazones manchados

de desidia y soledad.

Juntaron sus manos al son

de ritmos africanos

de tambores tropicales y lenguaje de señas.

Ave tiene el vientre hinchado

de sexo adolescente

de hambruna y peste

de carton y chapas.

Pez no mide consecuencias

a la hora del afano

el gladiador químico hace de las suyas

el cuchillo siempre en sus manos.

Adentro todo es jolgorio

se disfrutan las tragedias

cotidianas que los unen

los presos, los drogones y cornudos

abundan en las letras.

Ave y Pez no ven la noche

solo entrecruzan sus lenguas

sueñan que ya no son

que los lleva la corriente de ese rio

que los observa.

Experimento

No me muevo.

La intuicion me falla.

No viene.

No termina.

No descanso.

Arriba de todo esto estas vos.

Abajo de todo esto estan tus palabras.

Dueña de las palabras.

Un gran silencio.

Un torrente hacia mi cerebro.

Estalla.

Al fin.

Las visceras en una sarten.

Los deseos en otra.

La imagen.

Distorsionada.

de tu vida.

Y de la mia.

En un vidrio.

En una probeta.

Al fin.

Todo estalla.

Te alcanzo.

Te fascina.

Te desvanece.

Las uñas clavadas al borde.

La patada inesperada.

Gozo. Placer. Desquite.

El vidrio.

Al fin.

Estallo.

Para siempre.

Solemnes

Los viejos que estaban pateando al pibe habían bajado sonoramente por las escaleras.

Tenían palos, escobas, hasta había uno con un pequeño cuchillo en su mano derecha.

Eran tres, pequeños, una mujer y dos hombres.

La mujer tenía un porro de marihuana en sus labios, ardiendo. Tendría unos setenta años, ropa de turista y borceguíes azul francia. Era la más violenta, no paraba de sacudir su escoba sobre la espalda del niño que se retorcía en el piso.

Uno de los hombres tenía un vestido negro, de esos de fiesta familiar de sábado por la tarde, y una vincha en su pelo gris que lucia como un trapo de piso que hacia años estaba tirado sobre su cabeza. Era el del cuchillito, con el escindía la frente del joven con inscripciones tales como “truhán” y “veneno”. El que quedaba miraba toda la escena y se babeaba, era el mas anciano, parecía eterno, un Matusalén suburbano, enloquecido y vil. Relojeaba por entre unos gruesos lentes la situación y parecía calentar motores para dar el golpe de gracia con un madero redondo y negro que tenia entre sus añejas manos. La vereda de esa calle era un infierno bello, dantesco a más no poder y elevado a los cielos de la ultraviolencia senil. El pibito no paraba de recibir golpes, se tomaba la cabeza, la espalda y las piernas, todo en una veloz y repetitiva acción. Gritaba. Escupía sangre. Lloraba. Tenia una camisa verde agua que se estaba convirtiendo de a poco en un harapo grisáceo, entre la mugre de la vereda y su sangre.

La vieja del porro ardiente se estaba quedando sin escoba ya, se deshacía en sus manos, convirtiéndose en astillas que quedaban en el piso y el cuerpo del pobre niño. De pronto el mas anciano, el que se babeaba, que ya se había orinado encima también, pego un grito tremendo, como un relámpago: “Basta ya!!! Salgan!!! ……..Que ahora es solo mío !!!!!”

Su voz era nueva, jovial, fuertísima, hacia dudar de la realidad horrible que mostraba.

Elevo el madero redondo por sobre su cabeza, se arrodillo junto al joven, que aun era golpeado ya débilmente por la vieja de los borceguíes azul francia y con un golpe certero, seco y endiablado, le partió la cabeza al pequeño. Se escucho un ruido como de un pomelo estrellado contra una pared, y un pequeñísimo quejido de muerte. El ancianisimo se levanto a duras penas, contemplando la masacre, sudado, meado y aturdido. Sin decir una palabra, los tres viejos subieron las escaleras, ayudándose entre ellos, a duras penas, con una sonrisa radiante en sus caras. El viejo del cuchillito dijo: “Solemne será tu madre, pendejo desubicado…….” Y escupió el piso mientras se acomodaba el vestido.

Everglades

Los flamencos se llevaron aquel día parte de mi cuerpo

Lo arrastraron por los fangales de los Everglades

Y luego se lo dieron de merendar a los lagartos.

No recuerdo la hora que era cuando sentí tus dientes

Atenazados a uno de mis bíceps, crujientes y arrebatados.

No me muerdas ese brazo, te dije, que tengo la esperanza

De tatuarlo con el nombre de alguna princesa rusa algún día.

Te reíste, me mirabas, mordiste otra vez en el mismo lugar,

Esta vez con mas ímpetu, como en desquite a mis palabras.



La tarde pasaba lánguida y arremolinaba mis pensamientos

En torno al sol centelleante que nos abrasaba, como en piedra.

Tu piel ya no era piel, sino cascadas de sangre burbujeante, hirviente

Y no se si era el sol que la quemaba, o eras vos deslumbrada.

Las uñas de mi mano libre arrullaban tu espalda

Era tu odio tan bruto que no pensabas en nada?

O patrullabas mi dolor pensando que nunca acabara?

Tardaste mucho en desmembrarme, las mandíbulas prensadas.

Llorabas, vi que llorabas.